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Vallejo 777: “Mi mayor talento es la versatilidad”

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Con sólo 24 años, Sebastián Vallejo, mas conocido como Vallejo 777,  se dedicó a la ganadería y a la administración de empresas. Montó un estudio de grabación profesional, donde inicialmente fue productor. Como artista, pasó del género urbano a la música regional colombiana, la plataforma en la que hace base para fusionarla con otros ritmos. De visita en Buenos Aires para presentar  su tercer sencillo “WEEKEND”, nos dió una entrevista exclusiva:

Algunas pistas en el camino, señales a las que, llegado el momento, pasaría en limpio, combinándolas y dándoles un significado y volumen mayores. Aquel ukelele que le regalaron a los seis años, el primer regalo que guardó su memoria; los campos antioqueños; los sonidos de la naturaleza y de los animales; la música regional de fondo, como marco imprescindible para esas escenas; la necesidad, en la adolescencia, de expresarse; las palabras que fluían y se revelaban punzantes en las batallas de rap. Todo eso se combina en Vallejo 777, el proyecto musical de Sebastián Vallejo, joven colombiano de 24 años que salió al mundo  para expresar lo que tiene para decir.

Con inquietudes amplias, que van desde la ganadería a la administración de empresas, Sebastián tuvo en claro siempre cómo hacer que sus pasiones fueran, además, redituables. Aunque ya componía canciones y llevaba cierta trayectoria como improvisador, no se puso frente al micrófono de entrada. Montó un estudio de grabación en Montería, donde se mudó a los catorce años, para atender un segmento que estaba acéfalo: “Empezamos a hacerles música a muchos artistas en Colombia, y ahí fue donde empezó a nacer ese Vallejo artista, a buscar su voz, a buscar sus letras, a aprender a componer”, cuenta.

– Trabajabas mucho para otros artistas, pero todavía no en tus propias canciones

– Sí, claro. Empecé como productor musical. Hacíamos composiciones, pistas. En el sello discográfico teníamos productor audiovisual, promotores de radio y todo. A veces, llegaban artistas que empezaban a probar lo suyo y yo pensaba “Yo tengo la capacidad de hacerlo, también”. Me sentaba con ellos a ayudarles a escribir sus canciones, o a guiarlos en técnica vocal, en cómo expresarse frente a un micrófono. Y un día lo intenté, empecé a grabar hasta tres canciones diarias. Yo grabé en el género urbano más de ciento cincuenta canciones.

– Al comienzo, cuando estabas en el rol de productor, ¿era una cuestión de pudor? ¿O por qué hiciste eso primero?

– Porque siempre he sido comerciante y me gusta ser líder. En la ciudad donde yo vivía no había un estudio de grabación idóneo. Todo era más home studio, en una casa, en una sala, pero no había algo acústicamente profesional, con equipos profesionales, atención al cliente. Yo soy administrador de empresas y pensé que faltaba algo bien montado, bien hecho. Y lo hice real.

– Tuviste siempre la doble visión, la artística y la comercial…

– La del negociante y productor ejecutivo, sí. Fue el mejor estudio de Montería, donde han nacido muchos artistas, como Manuel Turizo y Camilo. Ahora lo quiero llevar a Bogotá o Medellín. Yo arranqué analizando qué producto se vende más, porque soy administrador de empresas y sé de marketing y de cómo se mueve la industria y el comercio. Siempre con ese foco, de ver cuál es el producto que se consume y cómo lo vamos a vender.

 

 

– Al comienzo escribías y cantabas música urbana, como reguetón y trap. El paso a la música regional, ¿se da por visión comercial?

– No, es por raíces, por crianza, por el lugar de donde vengo y de donde viene mi familia, que es el campo, donde se escucha mucho la música regional. Me siento más cómodo y tranquilo allí. Es mi zona de confort, creo. En Colombia la música regional habla mucho de los caballos, de la vida difícil que tiene la gente de campo, a la que le toca salir a la ciudad y progresar. También el sonido de los instrumentos conecta mucho con mi vibra y mi energía: la guitarra, la tuba, las docerolas. Todos esos instrumentos tienen una conexión brutal conmigo, porque yo, aunque no fui criado en el campo, viví parte de mi vida ahí.

– ¿Tiene que ver con que te hayas ido de ahí de chico?

– Sí, es una forma de volver, de sentirme en tierra, en casa. Me hace mucha falta. Todo este año, por ejemplo, hemos estado girando por Latinoamérica, Centroamérica, Norteamérica, y tengo mucho tiempo de no ir a ver mis animales, mis caballos, mis vacas. Todo eso me recarga mucho de energía y en la composición me ayuda.

 

– Tu música regional, sin embargo, se mezcla con otros ritmos y otras historias, ¿no?

– Hay fusiones. Por ejemplo, Weekend, que es la canción que estamos promocionando ahora en Argentina, está cautivando mucho público porque une electrónica, la música más universal que hay, con la música regional de Colombia. Son composiciones que llevan a Vallejo a otros países. Estamos ahora mismo en tendencia en Ibiza con esta canción. La escuchan en una playa, en una discoteca. Pero también hay canciones de Vallejo dolidas, como Bandida o El patrón; y hay corridos, como Me quieren jodido. Me gusta mucho que escuchen a Vallejo en todos los registros. Creo que el proceso que hice en mi estudio de grabación, de poder tener la versatilidad y componer en cualquier tipo de género, sin dejar de lado nuestro género regional como base, es lo que me ha llevado tan lejos.

– Podrías haberte dedicado a otras cosas, y de hecho lo hiciste. De algún modo, tenías la vida resuelta con las empresas y los animales, ¿estás apostando por esto porque es un sueño personal?

– Claro. Yo desde muy pequeño he sentido que he desarrollado un talento que Dios me regaló, y es la versatilidad. Creo que es el mayor talento que tengo como artista, aparte de cantar. Es poder rimar palabras, componer fácilmente, poder improvisar, hacer cualquier tipo de género. No es fácil, no todo el mundo tiene esa capacidad. Creo que la estamos explotando y estamos poniéndole todo encima. Y está pasando. Estoy muy contento con lo que está pasando con mi música.

– Mencionabas a Dios, y el 777 tiene una carga espiritual muy grande

– El 777 es mi amuleto, es mi guía. La estrella de David. Yo soy muy religioso, creo mucho en Dios y en todo lo que él ha podido lograr en mí, todas las cosas que he cambiado, las cosas que he mejorado, las cosas que he aprendido gracias a él.

– De todo el proceso, ¿qué parte es la que más disfrutás?

– Amo la composición y poder conectar con personas. Me encanta componer solo, también, pero con personas la vibra corre mejor. Con otros artistas, con otros compositores, uno brinca en el estudio, muestras versos. Es algo bacán. Creo que es lo más lindo de la música. Y pararse en un escenario y cantarles a las personas es la energía más alta que hay.

 

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